#Internacional Si el presidente la promulga, cualquier persona que se identifique como LGBT podría enfrentar cadena perpetua.
También amenaza la existencia de los pocos refugios que buscaba la comunidad después de que muchos fueran expulsados de sus hogares.
Ali ha mantenido en secreto su sexualidad, pero salió a la luz después de que la policía de Uganda allanara un bar gay clandestino en la capital, Kampala, en 2019.
“Mi padre me dijo: ‘No quiero volver a verte. Tú no eres mi hijo. No puedo tener un hijo como tú‘”, cuenta Ali, cuyo nombre ha sido cambiado para proteger su identidad.
A pesar del trauma evidente de la experiencia, el joven de 20 años habló con suavidad y calma.
“Me buscaba para pegarme, pero mi madre me dijo que me escondiera. No tenía un plan, pero sabía que tenía que irme de casa“.
Su historia de estigma, violencia y miedo da una idea de la vida de las personas LGBT en Uganda.
El país ya prohíbe las relaciones entre personas del mismo sexo, pero el nuevo proyecto de ley contra los homosexuales va un paso más allá.
La medida prevé cadena perpetua para quien se identifique como una minoría sexual y la pena de muerte para quien abusa sexualmente de un menor homosexual.
- La violación de un niño menor de 14 años, o si el perpetrador es seropositivo, ya se castiga con la muerte, pero rara vez se lleva a cabo).
Después de huir de casa hace cuatro años, Ali dijo que había un lugar donde podía vivir con relativa seguridad alimentando y tratando de encontrar trabajo para hombres homosexuales sin hogar.
El ex trabajador del restaurante solo había estado allí durante unos meses cuando llegó la pandemia de coronavirus.
“En 2020, el refugio fue asaltado por la policía. Nos pusieron en fila y llamaron al público para mirarnos, burlarse y humillarnos. La gente nos escupía”, cuenta Ali
Él y más de otros 20 hombres fueron arrestados, acusados en la corte de violar las restricciones de la pandemia a las reuniones y enviados a prisión.
“Cuando llegamos a la cárcel, algunos de los reclusos ya conocían nuestra historia. Lo habían leído en los periódicos. Tuvimos que negar que fuéramos homosexuales para mantenernos a salvo”, explica.
Abusos en las cárceles por ser parte de la comunidad LGBT
Su comportamiento sociable pone en duda el trauma que, según él, sufrió durante su encarcelamiento.
“Un guardia que había visto los detalles de nuestro expediente ordenó a otros reclusos que nos pegaran. Él también participó. A algunos de mis amigos les quemaron las partes íntimas con brasas de leña. Nos golpearon durante unas tres horas, con alambres y tablones de madera”, relata, mostrando las cicatrices de sus brazos.
El portavoz del Servicio de Prisiones de Uganda, Frank Baine, niega que los hombres fueran agredidos durante su detención.
“Cuando estaban allí, no se les conocía como homosexuales. Nadie les torturó y, según el funcionario encargado, no había marcas de tortura. Estuvieron en prisión preventiva hasta que se les concedió la libertad bajo fianza”,
Más tarde, el gobierno retiró los cargos contra el grupo, que quedó en libertad al cabo de 50 días. Ali se trasladó a otro refugio.
Refugios para personas
En Uganda existen más de 20 hogares de este tipo, que funcionan con distintos niveles de secretismo.
“Normalmente tenemos entre 10 y 15 personas en un refugio en cualquier momento”, afirma John Grace, coordinador del Consorcio de Refugios para Minorías de Uganda.
Muchas personas LGBT encuentran seguridad y un sentimiento de pertenencia en estos hogares temporales. Pero incluso aquí, el peligro nunca está lejos.