El reciente tiroteo en la secundaria Apalachee de Winder, Georgia, que resultó en la muerte de cuatro personas y dejó a nueve heridas, ha reavivado el debate sobre la violencia con armas de fuego en las escuelas de Estados Unidos. De acuerdo con informes de CNN, la escuela recibió una amenaza telefónica que advertía sobre tiroteos en cinco escuelas, señalando a Apalachee como la primera. Este tipo de amenazas, lamentablemente, se han convertido en una aterradora realidad en el sistema educativo del país.
El presunto autor del tiroteo es un adolescente de 14 años, según fuentes no oficiales, lo que ha puesto nuevamente sobre la mesa la cuestión de cómo los jóvenes acceden a armas de fuego. En Estados Unidos, los tiroteos masivos, definidos como aquellos con cuatro o más víctimas, han alcanzado cifras alarmantes este año: 385 incidentes, según la organización Gun Violence Archive.
El presidente Joe Biden expresó su conmoción ante el ataque y reiteró la necesidad urgente de abordar la violencia con armas. En un comunicado, Biden declaró:
“No podemos continuar aceptándolo como algo normal”.
Sin embargo, la respuesta política sigue siendo dividida. Mientras algunos legisladores abogan por un mayor control de armas, otros, como el expresidente Donald Trump, centraron sus mensajes en condenar al perpetrador. Trump se refirió al atacante como un “monstruo enfermo y trastornado”, lo que generó críticas por no abordar las políticas de control de armas.
Los analistas consideran que la violencia en las escuelas no solo es un problema de seguridad, sino también un reflejo de la falta de acción legislativa efectiva. Mientras tanto, las comunidades afectadas siguen enfrentándose al dolor y la incertidumbre de enviar a sus hijos a un lugar que debería ser seguro: la escuela.