En un gesto que ha reavivado el debate sobre la desconexión de la dirigencia política con las bases populares, Alejandro Moreno, el dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), arribó a Pachuca, Hidalgo, en un helicóptero de lujo, subrayando la opulencia que caracteriza a ciertos sectores del liderazgo político en México. El arribo del líder del tricolor no solo fue notoria por el medio de transporte que utilizó, sino también por la controversia que generó su conducta durante la visita a la sede estatal del partido.
“Alito” fue objeto de críticas no solo por su estilo de vida, sino también por su manera de dirigir el partido, el cual atraviesa una crisis significativa en varios estados, incluido Hidalgo. Según fuentes internas, durante su estancia en la sede estatal, Moreno mostró una actitud despectiva y autoritaria, exacerbando las tensiones en un partido ya afectado por divisiones internas y una disminución en su base de afiliados.
Además de las tensiones personales, la sede del PRI en Hidalgo enfrenta problemas legales y administrativos de considerable magnitud. Informes indican que el edificio donde se ubica la sede estatal está embargado debido a disputas legales no resueltas y a una gestión deficiente, reflejo de los desafíos más amplios que enfrenta el partido a nivel nacional.